domingo, 9 de noviembre de 2008

vuelta manzana

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En mi cuadra hay seis perros que asuntan a Nani detrás de sus rejas. En la cuadra de enfrente no hay ninguno. Una casa en su jardín delantero tiene mariposas y pajaritos clavados a la tierra. Por supuesto que no hay vez que no paremos a saludarlos. También hay una huella de mamut, aunque parezca imposible.
Los domingos huele a asado y por estos días a jazmín. Hay un Jacaranda que tiñe una vereda de lila y un limonero que todavía no me animé a trepar.
A la vuelta un súper chino, una heladería, un kiosco, una farmacia, una ferretería, una despensa de esas que vende artículos sueltos, una panadería y un kiosco de diarios, una zapatería, una fiambrería que invita a pasar, una juguetería, un video club que no abre domingos ni feriados y una peluquería que no concibe un peinado sin ruleros. Esta manzana vendría a ser el centro del pueblo. Más allá parece no haber nada.
Por acá las bocinas casi no suenan, y los bebés casi no lloran. Pero eso sí, el primer día de calor te podés refrescar con el sonido de los chapuzones.
Mi edificio es el más lindo de la cuadra, también el único. Es el de los arbolitos bajos, el portón blanco y el número capicúa.

Es lindo mi barrio en primavera.

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